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Gonzalo Pieres, el crack eterno, su pasión por Ellerstina y la pelea con Cambiaso que no se apaga jamás: “Yo no lo eché, se fue él solito”

“Ando por el campo. La semana que viene vuelvo. Hablamos y vemos si vale la pena o no”. El mensaje es del 8 de febrero de 2024 y la propuesta para Gonzalo Pieres era juntarse a hablar de su vid...

“Ando por el campo. La semana que viene vuelvo. Hablamos y vemos si vale la pena o no”. El mensaje es del 8 de febrero de 2024 y la propuesta para Gonzalo Pieres era juntarse a hablar de su vida. ¿Cómo no iba a valer la pena la palabra de alguien que ganó 9 veces el Abierto de Palermo de polo, que provocó la revolución de La Espadaña en los ochenta, que volvió a marcar la historia con Ellerstina y de la mano del australiano Kerry Packer, que formó nada menos que a Adolfo Cambiaso y que moldeó una de las organizaciones de caballos más grandes de todos los tiempos?

El encuentro se dio casi un mes después. Y comenzó sin preguntas, con un mensaje del entrevistado. “Quiero decirte que no me gustó nada esa nota. Eso de que yo lo eché a Cambiaso, cuando sabemos que no fue así. Porque él se fue de Ellerstina. Mirá si no cambia el cuento entonces…”. Fue el preludio de otra clase de historia: la que se creía superada 24 años después.

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Hijo de Álvaro César Francisco Pieres e Inés Lydia Garrahan O’Loughlin, Gonzalo es el menor de los cuatro hermanos varones (Álvaro, Paul y Alfonso) en un sexteto de hijos que completan María del Rosario y Mercedes. Nació en Capital, pero ya a los dos años empezó a respirar el aire de campo de Lobos. “Y a taquear y montar, que era lo que más me gustaba. Imaginate que cuando papá se retiró tenía seis caballos y yo era el menor... Soy el más chico de los varones, pero algunos de mis hermanos están mejor que yo”. Suelta la ocurrencia y sonríe.

En la casa de los Pieres, sangre irlandesa, mamá Inés les hablaba en inglés. “¡Qué boludo fui! No le daba bola y después terminé yendo a jugar a Inglaterra. ¡Lo que me costó aprender el idioma! Es fundamental cuando viajás”, admite. Le divierte recordar que “geografía era un chino para mí, pero después, cuando estás en los lugares por el mundo, tomás dimensión de lo que estudiabas”. Toda la primaria y primer año del secundario lo hizo en la escuela de Lobos (115 kilómetros de Buenos Aires). Después, ya en CABA, pasó por el San Agustín y cerró en Mitre, “donde íbamos todos los que estudiábamos poco”. Y puntualiza en un tema: “Están buenos los colegios de campo, que son de medio día y a veces por zoom. Te da tiempo. Para los chicos a los que les gusta el polo es genial. Por eso, a los 6, 7 años ya juegan muy bien y a los 14 ya parecen viejos”.

Para Gonzalo, “el polo hoy ya es una carrera, es una profesión. Yo arranqué a los 19, viajando a Inglaterra”.

–¿Cómo fue la charla con el Gordo Barrantes para subirte al barco rumbo a Inglaterra?

–Fui por John Mac Donough, que ya había ido un año. Mac se dedicó luego a la exportación de caballos y yo a jugar. Yo con 3 goles de hándicap le servía a Barrantes. Me vio el Gordo Moore, me invitó a jugar acá y también en la Copa Coronación.

–¿Viajaste un mes en barco como petisero?

–¡Viajé 42 días! Éramos dos los petiseros, con 12 caballos. Les dábamos una hora de ducha por día para que el caballo no tuviera problemas de circulación en las patas. Así que eran seis horas con el dedito apretado en el extremo de la manguera. ¡Te quedaba el dedito! Los viajes normales duraban 20, 25 días. Éste hizo escala en Brasil. Las flotas de barcos eran de los patrones de Barrantes y de Moore: los hermanos Vestey. Camarote compartido y a darle manguera a los caballos. Así empezó mi carrera. Barrantes era más creador y Moore era el número 1 por afano. Era lindo ver cómo le vendía caballos a todos los patrones del mundo. Eso para mi fue un año y medio que parecieron cinco.

–Si el Gordo Barrantes, que marcó una era en la cría, no se hubiera enfermado, ¿a qué hubiera llegado?

–Ufff, seguro que a ser el mejor criador de la historia en la Argentina. Un porcentaje grande de los mejores caballos salieron de ahí. Su fanatismo era increíble. Y por alguna razón, tres de las líneas más fuertes del mundo provienen de la cría Barrantes. La Lambada viene de ahí y cambia la historia. Con decirte que la Cuartetera es nieta de una yegua que trajimos para criar con Barrantes: la Cumbia, que nos deja la Timba, la Cuartetera.

–Inventaste La Espadaña en 1984, inventaste a Cambiaso en 1992, cambiaste el juego con el propio Adolfito en 1999...

–El juego ya lo había cambiado Bautista Heguy en Chapaleufú.

–Es cierto, o al menos a dar señales de algo diferente. Ahí estaba Marcos Heguy también, otro talentoso impredecible. Pero voy al punto de que te imaginás cosas que los demás no ven. Vos viste un equipo que pudiera jugar para Adolfito. ¿De dónde sacás las ideas?

–¡Qué se yo! Tal vez. Me pasó con el polo y después con la cría. Me pasó con la familia. Que tus hijos, también, hayan llegado a 10 goles son cosas que fueron dándose. Ahora quiero que ellos manejen las cosas. Es difícil heredar sin haber estado en la cocina de la cuestión. Yo tuve éxito en las decisiones, pero no quiero que digan que lo hice solo. Yo me lucí con crías que lucieron mis hijos. A veces los hijos te desprestigian las crías. En mi caso, fue al revés.

–¿Cómo conociste a Cecilia Rodríguez Piola, tu mujer?

–Era amiga de la mujer de un primo mío. La conoci y a los seis meses nos casamos. Fue en el 78. Creo que ahora debe estar puteando (risas).

–Fueron cinco hijos: tres varones (Gonzalito, Facundo y Nicolás) y dos mujeres (Tatiana y Cecilia). Los chicos, todos 10. Hemos hablado ya de su integridad, educación, de lo buena gente que son y de cuánto influyó la madre en eso. ¿Y vos?

–Sí, lo hablamos. Todo eso es más de ella. Y algo que puedo decir que les inculqué: que no arreglaran partidos. O quedarte con el patrón de otro. Si hasta fue una propuesta mía la de jugar chukker suplementario o penales. Quería evitar que te convenga perder un partido para sacar ventajas. O que aquel equipo al que van a cagar a palos le diga al rival “aflojame”. Esas son cosas que van ensuciando el deporte. Hay que hacerlo lo más fácil posible para que no haya arreglos. Dejar a otro equipo afuera es una maldad. Pasaba en el polo competitivo y por plata. Los chicos no arreglaron un partido en Palermo en 2006 con Chapa y quedaron los dos afuera: llegó La Aguada a la final. Es un orgullo que hayan tomado esa decisión. Me parece clave que mantengan ese espíritu. Después, en todo lo demás, fue la madre. Asegurarse de que fueran buena gente.

–¿Por qué no fumás delante de tus chicos?

–Durante un tiempo no fumé delante de mi mujer porque habíamos ido a los adventistas. Dejamos los dos. Ella tiene mejor salud que yo, je. Cuando se enteró de que yo había vuelto a fumar y que lo hacía cuando no me veía nadie, me quería matar. Fumo desde los 17. Paré una vez cuatro años, después un mes, tres meses varias veces. Delante de los chicos no fumo porque es una falta de respeto. Y soy bravito con el whisky también. No soy lo que se dice un ejemplo. Suelo tener discusiones por eso. Si puedo dejar el cigarrillo, lo dejo. Pero si la voy a pasar mal por no fumar, prefiero sentirme más contento que estar un poco más sano y bajonearme. Me jodería entrar en depresión por no fumar.

–Jugaste en Mar del Plata con él, compartiste la era gloriosa de La Espadaña, cuando ganaron seis veces Palermo. ¿Cómo anda la relación con tu hermano Alfonso?

–Ahora, impecable. Nos unió el golf y el retiro.

–Pero no está con vos en Ellerstina. ¿Estuvieron mal en algún momento?

–Bueno, estuvo Tomás, su hijo, mucho tiempo acá. Pero sí, empezamos los dos con Kerry Packer en Ellerston, jugando en Inglaterra. Yo quedé en la formación titular y Alfonso pasó al equipo 2 cuando entró Carlos Gracida.

–Y ahí se distanciaron un poco.

–Sí

–No hicieron proyectos juntos.

–Casi no hicimos proyectos. Sí algo, en Centauros, por ejemplo. Empezamos juntos, pero él nunca tuvo lote ahí. Yo sí. Me fui a vivir ahí y él se quedó en otro lado. Consideraba más sano para mi y mis hijos vivir en un barrio. Tenés intercambio con la gente gente, lo mismo que los chicos. Te divertís mucho más. Pero nos estamos viendo con Alfonso. Jugamos unas tres veces por semana al golf, que es mi otra pasión.

–Me interesa tu mirada sobre por qué va poca gente al Abierto de Palermo siendo el espectáculo top de este deporte a nivel mundial. Sí se llena en la final, pero en las otras fechas, muchas veces, las tribunas están semivacías.

–Y, para mi influye la televisación en directo. En un 80 por ciento te diría. Es cierto que cuando los hermanos Castagnola debutaron en la 2 en 2019 generaron otro ambiente y la gente iba temprano. Pero en general, no va. Hay equipos muy buenos, además de La Natividad, La Dolfina y Ellerstina. Están La Hache, La Ensenada, que creció mucho cuando se volvió a armar. Les pueden ganar a cualquiera. Son partidos muy mirables los que juegan. La falta de gente es porque es más fácil verlo por TV. Hay zonas grandes donde se concentra mucha gente a la que le gusta el polo: Pilar, Open Door, Cañuelas. Y entre ir a Palermo o mirarlo por TV, por ahí te quedás en tu casa. Ahora, si te quedás y el partido recién lo podés ver a la noche, vas a Palermo sí o sí.

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Hablar con Gonzalo Pieres y no preguntarle por Adolfito Cambiaso sería tan extraño como entrevistar a un futbolista o ex futbolista y no hablar de Lionel Messi. Sólo que hay veces que ni siquiera es necesario. Gonzalo estaba molesto por un concepto de una nota publicada en LA NACION, en la que el crack de La Dolfina no hablaba, sino que se recordaban frases y hechos puntuales de la ruptura de la relación que marcó una era, allá por julio de 2000. Todo comenzó en Inglaterra…

Gonzalo padre dejaba su lugar, Mariano Aguerre también salía (aunque en algún momento parecía que seguía), y entraban Gonzalito Pieres (17 años) y Sebastián Merlos. El nuevo Ellerstina. En Inglaterra, jugando por Geebung, la dupla Gonzalito-Cambiaso buscaba tomar ritmo. Los resultados no se dieron, ni en el torneo Prince of Wales ni en el arranque de la Queen’s Cup. Las relaciones empezaron a resquebrajarse. Bautista Heguy, figura de Chapaleufú, entró por Gonzalito y Geebung ganó los dos títulos más importantes. Después, las dos versiones: Cambiaso sostiene que Gonzalo, estando ya en Argentina, lo llamó para decirle que cada uno “siguiera por su lado”. Y Gonzalo, “que él no echó a Cambiaso, sino que Adolfito se fue solo”. Conclusión: ese año nació La Dolfina, con Cambiaso, Castagnola y Sebastián y Pite Merlos. Y Ellerstina jugó con Gonzalo Pieres padre e hijo, Marcos Di Paola y Fabio Diniz. Y comenzó una rivalidad que llega hasta hoy.

–¿Entonces vos decís que no lo echaste a Cambiaso?

–No, él se fue de Ellerstina. Mirá si no cambia el cuento. Cada vez que se habla del tema Cambiaso aparece en el lugar de víctima. Y también me gustaría aclarar eso de que yo le dije “fíjate que te van a sobrar bozales”. Parece que se hubiera ido con las manos vacías. Se llevó al Colibrí, se llevó embriones de dónde salieron la Cuartetera, la Lapa, la Milenaria, la Caridad. Y cuatro de las yeguas de Inglaterra, de cuando Packer paró de jugar allá. Mirá qué mal interpretado está todo. Si eso es irse sin nada…Más la mitad del campo de La Picaza. Más arreglar un problema por La Dolfina. Todo se lo solucionó Packer. Y Cambiaso se fue a hacer un sitio como Ellerstina, pero en su lugar, lo que está bien, pero muy lejos de no haber sido beneficiado por haber estado en Ellerstina. Vio todo acá: cómo se hacen las canchas. Hasta se llevó al canchero. Después pasa el tiempo y se lo lleva a Di Caro (Juan Carlos), que es con quien yo había armado todo acá en Ellerstina.

–Cambiaso no quería jugar con Gonzalito.

–Ni jugar con Gonzalito ni quedarse en Ellerstina. Hice equipo porque tenía el arreglo con Telefónica. Ya habíamos hecho la presentación, Packer sabía que el equipo era con Gonzalito y había mandado caballos para apoyar. Y la decisión fue de él, no mía. Cambiaso se va, no lo echaron. Él se había comprometido a jugar con Gonzalito, no era que yo lo estaba obligando. Después le cambió la cabeza. Hizo su proyecto, que estaba muy basado en Ellerstina. Lo saca a Monteverde de acá, lo saca a Mariano Aguerre y unos años después lo invita a jugar en La Dolfina. Y gana el Abierto (2005). Y cuando Ellerstina volvió a ser fuerte (2008 a 2010) y podía quedarse con Juanma Nero o con Pablo Mac Donough para que entrara Nicolás y jugara con sus hermanos, se los llevó a los dos. Obvio, tiene poder para hacer eso. ¡Y mirá la campaña que hizo! Abolló bastante la campaña de Ellerstina, le hicimos bastante fuerza varios años. Pero La Dolfina se había convertido casi en un seleccionado, con dos jugadores también de acá. Ojo que lo que hizo conmigo también lo hizo con Lolo Castagnola y con Lucas Monteverde. Y también se mete con los patrones de los otros jugadores, lo cual es una falta de ética. Que haga su vida, pero está quedando mal. Parecía que el único distanciado de Cambiaso era yo. Pero después fue Lolo y otros a los que le sucedieron cosas parecidas.

–¿Cómo es tu relación con él hoy?

–No tengo relación.

–O sea que el acercamiento que tuvieron cuando se creó el Polo Tour Argentino duró poco.

–Esa fue una idea porque Cambiaso no quería jugar en Estados Unidos y armamos algo parecido acá. Digamos que nos acercó un poco, di por terminado al otro hecho, pero después de eso siguieron los desencuentros. Jugó una sola vez el Polo Tour. Un proyecto que era para aprovechar que no le divertía tanto ir a Palm Beach. El Polo Tour es un circuito conveniente para la realidad económica de estos tiempos, en la que es mejor hacer torneos cortos. Fijate que debe haber 150 jugadores disponibles y en Estados Unidos hay lugar para 30. De los patrones fuertes están quedando poquitos. En Palm Beach, son Park Place y Pilot. Se bajó Scone.

–¿Te cruzás con Cambiaso y qué? ¿Ni se saludan?

–Sí, un saludo. Hay veces que es más incómodo no saludar que saludar. No tengo acercamiento. No es una cosa que nos preocupe.

–Él te elogia siempre, reconoce que vos le enseñaste el camino.

–Ehhh, sí. Pero después sale en las notas que lo eché. Te elogian, pero después te tratan de ganar de la forma que sea. En todo. Armé la Copa de Oro y él arma la Copa de Diamante, armo la Copa de Plata y él arma la de Plata. Está el tema inmobiliario y entonces también se mete en eso. Ahora, vos me preguntás cómo juega Cambiaso y te digo que es impresionante. Yo también te puedo decir cosas buenas de él. No lo podemos comparar con Juancarlitos porque son distintas épocas. Harriott tiene más Abiertos ganados, sí, pero internacionalmente Cambiaso tiene la vitrina llena y por donde anduvo, ha ganado. Y lo mirás, hoy, a los 48 años, y cuando no es el mejor de la cancha, es el segundo mejor, y seguro el mejor de su equipo contra el que sea. Un jugadorazo. No estoy criticando su forma de jugar, sino otras cosas. Te vas y hacés tu proyecto muy parecido al de donde estabas. Si él elogia algo de acá, hoy, no me gusta porque siento que no lo pensó en su momento. Cuando no mantuvo su palabra de lo que iba a hacer.

–Fuiste muy crítico de la clonación, el sistema de cría que impuso Cambiaso, pero terminaste clonando.

–Clono por obligación. Si no te quedás genéticamente. Pero siempre tenés que armar algo nuevo, si no siempre estás con lo viejo, que es lo que todo el mundo está usando. Atrás de los caballos hay bastante ineficiencia en cuanto a lo que llega arriba. Ponele, sacás 100 caballos, pero de eso, casi nadie logra un 10% de eficiencia top. Ni loco te salen 10 top. Con los clones se sacan y se sacan caballos, las cantidades van a ser ilimitadas, se entregan las células, la genética, se usan en la fábrica y no se termina nunca. Hay que empezar a lograr yeguas que superen para ganarle al clon. Hasta que no le ganemos a los clones de la Cuartetera, que son los que movieron todo, será una batalla. Porque crías mejores que los clones de la Lapa hay. No son lo mismo que las Cuarteteras. Hay tres centros de clonación acá y están todos llenos. Imaginate lo que va a ser esto en un tiempo. Y la realidad va a ser ganarles a esos clones con caballos no clonados. Es el objetivo próximo.

–¿Cuánto clonaste?

–Llevo clonados 32.

–No son pocos.

–No. Yo clono por genética. Y mis hijos lo hacen para jugar. Me interesan las cruzas. Si llega a salir un clon de Sportivo, imagínate: los demás tienen que dormir la siesta por un buen rato. Hay que resucitarlo. Y si voy a los números más finos, hay un 60, 70 por ciento de los caballos clonados que deben tener la línea Ellerstina. Que tiene origen en lo que hicieron Tanoira, Barrantes, yeguas criadas en Australia con Packer. De todo eso se compone Ellerstina.

–Nero llegó en 2008 y se fue después de ganar la Triple Corona en 2010. ¿Tendrías que haberle hecho un contrato por 10 años?

–No, porque no tenía contrato con nadie.

–Bueno, sin papeles. Digamosló así: asegurarte que se quedara 10 años en Ellerstina. Habías encontrado el back que necesitaban.

–Es que el arreglo fue por 3 años hasta que entrara Nicolás. Fijate todo lo que pasó. Vino el descontento con Matías Mac Donough, con quien obvio la relación cambió totalmente. El primero que quiso cambiar fue Packer, hacer un equipo de familia, que eran los dos Pieres y los dos Mac Donough, hasta que Nico estuviera listo para jugar con los hermanos y con Pablo. Pasó lo que pasó en la final del 2005, que fue una desgracia que la bocha pegara en la pata de la yegua de Matías, y ahí se empezaron a pensar en otras opciones. Nico todavía no estaba maduro, Nero había jugado el año anterior en Chapa y entra. Y ganan Palermo. Estábamos convencidos, yo y los chicos, de que Pablo se quedaba. Después llega la oferta de Cambiaso y se los lleva a los dos. La Dolfina no estaba pensando en cambiar. Muchos me dijeron lo del contrato, pero no había contrato en ésto. Era de palabra. Que los chicos jugaran con el que quisieran o pudieran. Los acuerdos del polo no son contratos. Cuando el patrón quiere cambiar, fuiste.

–¿Nero nunca tuvo chances de quedarse?

–Sí. Pero cuando Pablo empezó a dudar, con el conflicto de Matías a cuestas, habrá elegido por armar una Dolfina fuerte.

–O sea que Nero podría haber jugado con tus tres hijos.

–Sí, claro. En conversaciones con los chicos, salió que si Pablo se iba, quedaba Nero. Al irse los dos, chau. Y ahí la contra (La Dolfina) se hizo más fuerte con Nero y Mac Donough. Tuvimos cerca en muchas finales. Más cerca que todos. Después empezamos a perder, contra Alegria, Las Monjitas, La Dolfina II.

–Ganaste 9 como jugador. Tus hijos, mucho menos. ¿Cuánto te impactó?

–Gané mucho comparado con otros. De afuera, sí, me afectó con los chicos. Con Pablo y Nero ganaron dos de tres años. Era el equipo. Si seguían, hubieran ganado ocho, nueve veces. No se dio. Con Polito fue un equipo familiar. Y ahora cambiaron porque si los hermanos no se separaban podían llegar a tener mala relación fuera de la cancha. Iban a llegar a ese punto. Más contento no puedo estar. Están unidos y dentro de Ellerstina están haciendo su propia historia. No es fácil hacer todo este trabajo. Hoy están atentos a los sistemas para llegar a tener el control futuro de Ellerstina. Se estaba cayendo un poco a nivel de caballos exitosos. Pero resurgimos con varios frentes. Cada uno maneja un frente.

–¿Cuando Facu se fue a La Natividad no te enojaste?

–No, para nada. Se enojó mi mujer, porque le molestó que le dijera que me parecía bien la decisión. Yo veía lo que podía pasar. Cuando te estancás, se complica todo. Cuando se fue Polito me pareció que era una cosa necesaria. Probamos cinco años. Lo mismo que cuando tuvo que salir Matías Mac Donough. Después nos costó encontrarle la vuelta al cuarto jugador.

–Ahora quedó Gonzalito en Ellerstina.

–Si. Y Facu en La Natividad y Nico con su propio proyecto. Los cuatro cracks de La Natividad en un momento parecía que no andaban, pero le encontraron la vuelta, salieron campeones y pueden lograrlo muchos años más. Nico, con su proyecto con La Z,, apostó por algo nuevo para crecer. Y Gonza en Ellerstina. El año pasado anduvo bárbaro, y mostró que no dependía de Facundo, como se decía. Jugó solo y se liberó. Volvió a ser el que era, con más protagonismo, mejoró la cabeza y la motivación. O sea, los tres están con sus proyectos, y familiarmente, sin chances de pelearse por mal funcionamiento en la cancha. No hace falta pelearse entre la familia.

–De aquel chico que se subió al barco a los 19 a éste hombre que marcó un estilo, ¿qué pensás? ¿Lo esperabas?

–Me sorprende lo que hice. Ya estoy retirado. Armé una organización que parecía que me quedaba grande. Puse la planta yo. Siempre hay cosas nuevas para armar. Nunca ahorramos un peso en canchas. Acá son 138 hectáreas. Hay 220 personas trabajando y debe haber 20 petiseros viajando con los chicos. Es muy grande. Quiero que Ellerstina no sea más Gonzalo Pieres. Quiero delegar. Todos los días que puedo voy a jugar a la tarde al golf, tener medio día para mi. Hoy tengo 12 de handicap, pero llegué a tener 6. Quiero que Ellerstina sea manejado como si fuese una empresa.

–¿Cuántos caballos tiene Ellerstina?

–De polo, 1700. Sin contar que afuera debe haber otros 100.

–¿Es mejor Ellerstina que La Dolfina como organización?

–Sí. Sobre todo a éxitos de cría. Caballos criados por Ellerstina y jugados por los chicos, creo que llegamos a un 90 por ciento. Ellos (La Dolfina) deben tener en finales de Palermo, contando los clones, un porcentaje importante de caballos comprados a otros. Nosotros no. Los caballos que Ellerstina vendió están mejor posicionados. Y te digo más. Hoy en día, a nivel tamaño y resultados, debe estar segundo La Irenita.

–¿Qué te falta?

–Soy un agradecido. Cuando el circo es grande no lo disfrutás tanto. Son muchas cosas y en la diaria… te vas para el otro lado. Ya tengo pocas ganas de viajar. No quiero estar ocupado todo el día. Juego al golf, un asadito. Y sí quiero algo: que el polo de Ellerstina no baje el nivel. Que sea competitivo y bueno. Y lograr que lo competitivo no se mezcle con lo comercial. Que vayan por distintos caminos. Lo que no es fácil.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/polo/gonzalo-pieres-el-crack-eterno-su-pasion-por-ellerstina-y-la-pelea-con-cambiaso-que-no-se-apaga-nid03042024/

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