Entrevista con el director de Atrapados: “Cuando los adultos entendemos algo, los chicos ya resetearon y están más adelante”
Los números del grooming son muy elocuentes: el 49% de los adolescentes argentinos conversaron con extraños en redes sociales y juegos online. Siete de cada diez recibieron propuestas de “novia...
Los números del grooming son muy elocuentes: el 49% de los adolescentes argentinos conversaron con extraños en redes sociales y juegos online. Siete de cada diez recibieron propuestas de “noviazgo” por parte de un desconocido en esos vínculos virtuales. Y al 25% les pidieron “imágenes de desnudez o semidesnudez” por internet, según una encuesta hecha por la ONG Grooming Argentina. Se trata de una realidad que para muchos padres es completamente desconocida y a la que también muchos parecen estar abriendo los ojos, a la luz de la últimas series que son furor en Netflix, como la británica Adolescencia y la argentina Atrapados, que en su primera semana se posicionó como la más vista de habla hispana de la plataforma a nivel mundial.
Miguel Cohan es uno de los directores de Atrapados, junto con Hernán Goldfrid. Dirigirla significó adentrarse en un mundo de adolescentes que le era ajeno, pero que como padre intuye y teme: “Cuando a los chicos les entregamos internet libremente, muchos padres no nos preguntamos dónde están. Pensamos que cómo están en la habitación, en casa, como están presencialmente cuidados, están seguros”, dice Cohan en una entrevista con LA NACION, para hablar sobre grooming y los dilemas de la adolescencia que refleja la serie.
-Muchos se engancharon con Adolescencia y con Atrapados. Son piezas completamente distintas, pero tienen una coincidencia temática. En el mundo adulto se instaló la sensación de desconocimiento y de temor por no saber qué pasa la vida social virtual de los hijos adolescentes.
-Sí, fue una casualidad, pero se ve que evidentemente es un tema que está flotando en el aire: los vínculos de los adolescentes con redes sociales o internet y el lugar que tienen sus padres o los adultos en esto. Nunca quisimos hacer una serie sobre las pantallas, ni hacer una denuncia. Es uno de los temas que toca la serie, evidentemente es uno de los temas más visibles y es el que genera también más repercusión, como vos decís, haciendo un puente con Adolescencia, que creo que sí se centra más en esto.
-¿Cómo fue la decisión de incluir ese mundo digital en la serie? Porque, como punto de partida se tomó el libro de Harlan Coben que no hablaba de grooming.
-Netflix nos ofreció hacer una adaptación de una novela de Coben escrita y publicada en 2010, y contarla como si fuera una historia local. La novela originalmente arrancaba con una situación similar: hay una periodista que chateaba con un adulto que se había hecho pasar por joven, o sea, en un caso de grooming. Pero en la novela no aparece el término, porque en ese momento recién se empezaba y el concepto apareció después. Cuando empezamos a trabajar la adaptación y decidimos contarla en la actualidad, ese concepto empezó a tener una presencia exponencial. En la novela había una semilla. Pero un dato no menor es que en varias novelas Harlan Coben escribe sobre esa desconexión que existe entre el mundo de los adultos y el mundo de los jóvenes, entre los padres y los hijos.
-Tampoco existía la plataforma equivalente a Onlyfans.
-La plataforma a la cual Martina, una de los personajes, va subiendo ese material y cobrando por hacerlo no existía en la novela original. Eso a nosotros nos pareció superactual y que muestra las bases de esta desconexión que tenemos hoy entre nosotros y los chicos.
-Hay una escena en la que la protagonista se sorprende cuando le pregunta a su hijo si usa esa plataforma y el chico le responde que sí. ¿Esto es tan frecuente entre los adolescentes?
-Hay una anécdota. Los actores todos tienen más de 18 años cumplidos. Pero bueno, el año pasado tenían 17. Tenemos un elenco grande y en el primer ensayo nos juntamos todos en una mesa larga; eran 12 chicos o más, y estábamos yo, el otro director y la directora de casting. Alguno comentó algo sobre la plataforma que usa el personaje Martina y en un momento yo les pregunto: “¿Ustedes conocen a alguien que haga algo parecido, que publique, o que incluso gane dinero con material íntimo?" Y todos, todos, dijeron que sí. Nos sorprendió. Hasta ese momento, venía trabajando con mis colegas, todos adultos, el director de fotografía, la directora de arte, la productora, todos analógicos en el mundo digital. Y ahí caímos en cuenta de esa brecha. Muchos del equipo contaban con el guion en mano, iban y hablaban con sus hijos, y descubrían de repente cosas que no se imaginaban. Fue muy notorio, mientras que los analógicos nos preguntábamos “Che, ¿pero esto es así, realmente es así?“, todos ellos tenían algún tipo de experiencia. Quizás a ellos lo que les parecía más zarpado de Martina era pasar a lo presencial.
-¿Es decir que, difundir material íntimo, mientras sea virtual no les parece riesgoso? Es otro concepto del peligro.
-Exacto. Porque lo virtual está en un mundo donde, para esta generación, está normalizado. No tienen esa percepción de lo real, de peligro. Cuando pasan a lo presencial, ahí sí hay una noción de otro nivel. No sé, yo no soy experto, estoy aprendiendo como padre, como todos los padres. Creo que en realidad estamos todos descubriendo todo el tiempo cómo es, porque se está reinventando delante de nosotros todo el tiempo.
–¿Cómo padre te enfrentás a estas situaciones también?
–Mis hijos son un poco más chicos. El más grande tiene 13 y el más chico, 7. El otro día, en el colegio, la maestra nos empezó a plantear a los padres de segundo grado los problemas en las pantallas, sabiendo que todavía nuestros hijos no tienen celular. Pero nos dijo: “Va a llegar en algún momento y nos parece que está bueno que nosotros como comunidad empecemos a trabajarlo y a hablarlo”. Un ejemplo que nos dio me pareció interesante: ¿dejaríamos a nuestro hijo estar todo el día afuera, en la calle, con un grupo de gente que no conocemos? ¿Y cuando vuelva, si vuelve, no le preguntamos cómo le fue, con quién estuvo, qué hizo, sino que daríamos por sentado que estuvo todo bien? Bueno, cuando a los chicos les entregamos internet libremente, muchos padres no nos preguntamos dónde están. Pensamos que cómo están en la habitación, en casa, como están presencialmente cuidados, están seguros. En cambio, el universo virtual genera una especie de “No sé, no pregunto, no me entero”.
-En una escena aparece la hermana de Martina, con auriculares bailando y el padre le dice “Sacátelos, todo el día con eso”. Por ahí estamos en ese punto de decirles dejar el celular o desconectarte, pero nos cuesta preguntarles, interesarnos.
-Sí, estamos en territorio desconocido. Hay una cosa que está un poco más instalada en la paternidad, que es esto de que a mi hijo le tengo que enseñar herramientas para que cuando salga a la calle pueda cruzar bien la calle, andar en bicicleta, no hablar con extraños, cosas que nos enseñaron nosotros los padres. Pero ese cuidado que tenemos, cuando lo pasamos al universo virtual, recae en la prohibición. Es más sencillo decir no hagas esto, que tratar de entrar, de entenderlo primero y después darles herramientas a los chicos para que sean autónomos de una manera segura en el mundo digital. De todas formas, todo esto que te digo que suena como muy claro, yo como padre también siento que no tenemos idea de nada, que todo esto se está gestando delante nuestro permanentemente, es un sistema que está mutando y que nadie sabe realmente cómo son sus reglas, su lenguaje. La gran diferencia es que los chicos están adentro y nosotros estamos afuera.
–¿Tuvieron alguna repercusión del autor por la adaptación?
–Sí, Harlan Coben tiene un acuerdo con Netflix por lo cual se están adaptando 12 o 14 novelas de él. El es un autor best seller internacional, tiene más de 100 millones de novelas vendidas. En un momento hizo un acuerdo con Netflix y empezaron a hacer adaptaciones, primero en Inglaterra, después en España, dos en Polonia, dos en Francia. Este proyecto era la primera vez que lo hacían en Latinoamérica. Y Harlan, que estuvo acá en la Argentina para la presentación, quedó muy contento. Creo que como autor tiene una posición muy clara, muy sana, en la cual entiende que las novelas son sus novelas, están en la biblioteca para quien las quiera leer. Las series son obras en sí mismas, que empezaron quizá tomando la novela como punto de partida y que pueden tomar caminos diversos.
-Hay una escena al comienzo de la serie, cuando a la periodista le pregunta a un grupo de chicos si alguna vez los contactó un adulto y una chica le dice: “Quiere decir si nos hicieron grooming”. Y la mayoría levantan la mano. ¿Fue una manera de incluir la estadística?
-Cualquier chico o chica que juegue online ha recibido mensajes, invitaciones de gente que no conoce, infinitas; más, atravesado por la pandemia. El año que estuvimos encerrados tomé conciencia. Después de jugar con la Play con mi hijo, era una catarata de mensajes. No paraban de llegar invitaciones a jugar, comentarios. Muchas, la mayoría, seguramente inocentes y otras no sabés. Nosotros como papás las veíamos porque estábamos todos encerrados en el mismo lugar. Ahí tomé una conciencia que antes no tenía. Y la pregunta que uno se hace es qué hubiese ocurrido si no estábamos ahí. El juego que hicimos con la escena, donde la chica le dice a la periodista si se refiere al grooming, apunta a mostrar algo que nos pasa permanentemente a los adultos: cuando nosotros nos enteramos o entendemos algo, los chicos ya resetearon y están más adelante. Eso creo que es un gran desafío, poder enseñar herramientas para algo que ni siquiera conocemos.
-¿Te pasó algo así en el diálogo con los adolescentes durante el rodaje?
-Cuando estábamos hablando de la plataforma, viste que uno habla con eufemismos, no sabés cómo se dice o cómo ellos le dicen. Esto de publicar fotos, me dijeron, “esto se dice monetizar material íntimo en las redes”. Me acuerdo de que venía también alguien del equipo que decía “Che, le di el guion a mi hijo para que lo lea, le fui a preguntar si conocía esto y conocía todo”. Había pensado “Mi hijo seguro que no conoce”. Nos pasa a todos. Y eso se refleja en la escena en la que la periodista se entera de que su hijo consume también esa plataforma.